anacox3.gif (4758 bytes)

gif (542 bytes) gif (541 bytes)

  RADIACIÓN:

Los efectos de las ondas electromagnéticas en el organismo sigue sin estar claros para la ciencia.

Con más de 22 millones de usuarios, los teléfonos móviles son uno de los fenómenos de consumo tecnológico más extendidos y populares, pero los posibles efectos dañinos de las ondas de alta frecuencia siguen sin estar demostrados ni refutados. El doctor en ciencias biológicas Manuel Portolés repasa los últimos informes al respecto, que coinciden en pedir prudencia a las autoridades a la hora de permitir instalar antenas cercas de las concentraciones humanas.

 

La biología del teléfono móvil

Dr. Manuel Portolés

 (Facultativo Especialista en Biología y Patología Celular del Centro de Investigación del Hospital Universitario La FE de Valencia y co-autor de una de las alegaciones a la ley sobre emisiones radioeléctricas)

18 de marzo de 2001

"Señor Watson, venga aquí, necesito que me ayude". No está leyendo un párrafo extraído de una novela de Agatha Christie, es el comienzo de la historia de la telefonía. De esta forma se dirigió Alexander Graham Bell a su ayudante cuando logró transmitir su voz mediante un sistema de electroimanes y cables; era 1876 y nacía el teléfono. Cien años después (1979), en Suecia, Ericsson conseguiría el primer teléfono móvil para automóviles.

Quién le iba a decir a este escocés, doctor en medicina e inventor, que enseñaba fisiología vocal en la Universidad de Boston (EE.UU), que un "hijo" de su invento (presentado en la Oficina de Patentes dos horas antes que el diseñado por Gray y Edison), el teléfono móvil, pudiera ocasionar en el inicio del siglo XXI problemas de salud.

El extensivo uso del teléfono móvil en nuestra sociedad (22 millones de unidades) ha hecho proliferar sus estaciones base y antenas (más de 7.000) en nuestras ciudades. Estos artefactos, de naturaleza antiestética, son necesarios para la buena comunicación (cobertura) entre usuarios, mediante ondas electromagnéticas (microondas; radiaciones no ionizantes). La telefonía móvil, situada en el espectro electromagnético entre el horno microondas y las estaciones de TV y radio FM, emite principalmente en dos bandas de frecuencia, una de 900 MHz (GSM, global system mobil) y otra a 1800 MHz (DCS, digital cellular system).

Nuestro Gobierno intentará aprobar en los próximos meses una ley que regule los límites de exposición a las emisiones radioeléctricas y que permitirá a los sistemas GSM y DCS llegar a una densidad de potencia entre 450 y 900 µW/cm2 (microvatios por centímetro cuadrado). Van a "achicharrar" nuestro sistema nervioso. La tercera generación de telefonía móvil, llamada UMTS, de urgente instalación sobre nuestras azoteas (agosto de 2001), tendrá una frecuencia más alta, cercana a la del horno microondas (2.200 MHz).

 

EFECTO TÉRMICO Y NO TÉRMICO

Las ondas electromagnéticas interaccionan con la materia transfiriendo parte de su energía, y por ello ejercen una serie de efectos, el térmico es el único reconocido por los artífices de la nueva ley (11/1998); es obvio que "calentaremos" aún más nuestras neuronas al acercarnos el móvil a la cabeza. Y es precisamente sobre este efecto térmico donde reside la polémica científica que ha generado tanto estrés social.

El Estado y destacados ingenieros de varias universidades politécnicas (muchos de ellos receptores de ayudas económicas de las operadoras) obvian e ignoran los efectos no térmicos de estas microondas, quizá porque no los entiendan, a pesar de que inciden sobre su propia biología. El cerebro de los primates no es un vaso de agua azucarada, como algunos de ellos creen, es afortunadamente algo más complejo y por lo tanto vulnerable.

La literatura científica también esta "caliente", y conceptos que teníamos anclados en los noventa están siendo modificados en los últimos años. Un estudio realizado por el National Radiological Protection Board (Inglaterra, 2000) indica que este efecto térmico sobre los tejidos humanos es menor para nuestro cerebro; a frecuencias de 900 MHz (GSM), aumenta 0,22 ºC su temperatura (0,71 ºC en músculo, piel y hueso, y 0,74 ºC en el ojo). Sin embargo, si utilizamos un teléfono a 1800 MHz, el mayor incremento de temperatura (82 %), con respecto al GSM, se da en el cerebro que alcanzan valores de 0,40 ºC, mientras que el ojo llega a aumentar su temperatura 0,85 ºC (¡peligro!, órgano poco vascularizado).

¿Tenemos que considerarnos afortunados?. El cerebro es un tejido muy conductivo (con gran cantidad de agua), de poca densidad (respecto a otras estructuras), y con una tasa metabólica alta, situaciones que convierten a nuestro córtex cerebral, con un flujo sanguíneo alto, en un eficiente sistema de refrigeración. Menos mal. Pero con el desarrollo de la telefonía UMTS de tercera "degeneración" (de más MHz), la temperatura de nuestro apreciado "órgano de mando" estará en jaque; meninges, nervio óptico e hipotálamo serán las posibles dianas de esta radiación microondas.

 

CONSECUENCIAS BIOLÓGICAS

En estudios realizados "in vitro", en cuidados sistemas de investigación con variables muy controladas, ya se han descrito numerosos efectos no térmicos debidos a la radiación microondas. Si excluyo de la explicación de esta "falla" (término apropiado para estas fechas) a levaduras y bacterias, con alteraciones en su genoma o en la división celular, en los mamíferos se han descrito tras radiación microondas: un aumento de permeabilidad en la membrana del glóbulo rojo, una reducción de la actividad de linfocitaria con presencia de micronúcleos en humanos, aberraciones cromosómicas y a nivel cerebral alteraciones neuroquímicas y en el flujo de calcio; incluso en experimentos donde se induce mediante drogas un cáncer, esta radiación ejerce un efecto sinérgico (aumenta su acción).

"In vivo", los efectos no térmicos de la exposición a microondas, a frecuencias GSM, incluye: alteraciones en el sistema inmune, depresión, disminución de la secreción de melatonina (regula el ciclo vigilia-sueño), aumento de la mortalidad en embriones de pollo, aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, alteraciones neuroquímicas, aumento de linfomas en ratones transgénicos e incluso roturas en el ADN. Si la rotura del ADN era exclusiva de la radiación ionizante (rayos X y UV), ahora tenemos una evidencia científica de que, al menos en cerebro de rata, la radiación GSM daña la "molécula de la vida".

Como ven, considerar sólo el efecto térmico puede ser peligroso, pues aunque de las altas instancias se diga que el calentamiento que provocan las microondas en el tejido cerebral no es necesariamente dañino, pues a pesar de que el cerebro es extremadamente sensible, el efecto desaparece rápido, yo lo dudo. Supondrán ustedes, obviamente, que las medidas de temperatura intracerebral se han realizado con modelos matemáticos y teóricos más o menos bien definidos, y no "in vivo", lo que equipara estos resultados a los que efectuamos in vitro los investigadores; entonces, ¿por qué valen unos y otros no?.

 

ESPERANDO UNA SOLUCIÓN

Los móviles no reciben llamadas, sino que las buscan, contantemente están barriendo el espacio a la captura de señales que a su vez se han enviado a su repetidor; aunque no hablemos por ellos, las radiaciones no cesan. La OMS, manejando informaciones sesgadas y anticuadas, considera poco probable que las radiofrecuencias sean perjudiciales para la salud; sin embargo, su estudio no concluirá hasta el año 2005 o 2010. ¿Esperamos?.

Mientras tanto, numerosos vecinos se quejan de que su salud se ha deteriorado desde que instalaron una estación base para telefonía móvil (o antenas) cercana a su vivienda. Algunos de ellos acumulan, en esas carpetas azules con gomas blancas, informe tras informe, analítica tras analítica, y nadie sabe lo que les ocurre. Otros acaban, cada vez con mayor frecuencia, en las consultas de psiquiatría. La biomedicina demostró hace algunos años la existencia de una nueva dolencia, la enfermedad de las radiofrecuencias o síndrome de las microondas.

Esta nueva enfermedad esta caracteriza por: fatiga, irritabilidad, nerviosismo, cefaleas, náusea, anorexia, palpitaciones, alteraciones de la presión arterial y frecuencia cardiaca, somnolencia, insomnio y trastornos del sueño, disminución sensorial y modificaciones en el electroencefalograma. Más recientemente se incluye en este listado de síntomas: la pérdida de reflejos, el retardo en la toma de decisiones, la perdida temporal de memoria, mareos y vértigos, y la presencia de ruidos y zumbidos en los oídos. Podríamos pensar que existen individuos electrosensibles, y algunos ya apuntan como hipótesis, una base genética para esta enfermedad.

 

TRES DIANAS Y DOS PRINCIPIOS

Tres parecen ser las dianas, que los investigadores apuntan como mecanismos de acción de las radiofrecuencias. La primera es la glándula pineal, que reduce la secreción de melatonina y como consecuencia los radicales libres (dañinos para las células) son cada vez más libres. La segunda diana son los receptores cerebrales (colinérgicos y opioides), y cuya alteración sería responsable de síntomas como depresión o falta de memoria. Y el tercer blanco son los iones celulares (potasio, litio, sodio o calcio) cuya desorganización pondrían en peligro la comunicación celular, base de la vida.

Llegados hasta aquí, creo que ya no hay nadie que pueda decir que la radiación microondas de los teléfonos móviles es totalmente inocua, acéptenme al menos que "cosquillea" el sistema nervioso.

Pero sigamos. Existen un par de principios, uno en la OMS y otro en la UE que deberían de haberse puesto en marcha en el caso que hoy nos ocupa, Alara y Cautela. La OMS recomienda para casos de "contaminación", donde la ciencia se pronuncia dubitativa, el principio Alara ("as low as reasonably achievable") que indica que el "contaminante", estará presente a una concentración "tan baja como razonablemente sea posible"; y la UE, en el mismo término, emite el "principio de cautela o precaución". A pesar de lo "llovido" científicamente hablando y en este artículo solo tienen un botón de muestra, España decide colocar como límite de emisión, basándose exclusivamente en los efectos térmicos, los 450 µW/cm2 para GSM.

 

CIUDADES "RADIO-SALUDABLES"

¡Usted esta contra el progreso!. Podrían acusarme. Nada mas lejos de la realidad, soy usuario de móvil y preocupado por la proliferación de este invento entre los más jóvenes, biológicamente más radio sensibles.

Fíjense, ya existen numerosos ciudades como Toronto o Salzburgo, o países como Nueva Zelanda, Suiza o Italia que solo toleran 10 µW/cm2 como límite de radiación electromagnética (algunos 0,02). En Bélgica hablan ya de que nadie habite a menos de 54 metros de una estación base de 900 MHz o a 64 metros si es de 1800 MHz; incluso el famoso informe Stewart (Inglaterra, mayo de 2000) indica en sus conclusiones que los efectos no térmicos de la telefonía móvil pueden ser perjudiciales para la salud. Otros informes en España indican también como límite de radiación los 10 µW/cm2 (45 veces menos de los que propone el gobierno) y 0,1 µW/cm2 como estándar de calidad de vida (para entendernos, radiación máxima en los dormitorios que evitaría, entre otros, los efectos sobre la glándula pineal y las alteraciones del sueño).

Además, estos países que denominaremos "radio-avanzados" en materia de seguridad para la salud de sus habitantes, no tienen ningún problema en la calidad de sus comunicaciones por telefonía móvil, a pesar de no sobrepasar los 10 µW/cm2. ¿Por qué no copiamos de este modelo?. Los ya famosos 450 µW/cm2 fueron rechazados por el Parlamento Europeo... y por Italia, Austria, Suiza, Luxemburgo, Suecia, Rusia, China, República Checa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda... Los ciudadanos europeos debemos de pedir que se aplique los artículos de la CE, 43 (protección de la salud), 45.1 (medio ambiente adecuado) y 51.2 (deber de información al público), para que conozcamos lo que pasa y podamos decidir si queremos una estación base de telefonía en nuestras casas.

Por el momento, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, poco dado a invertir en ciencia, como es bien sabido, aplica el principio de precaución para el problema de las "vacas locas" (todavía ningún afectado en nuestro país, o quizás uno) y no para el problema de las "antenas locas", también llamadas "diabólicas" (con miles de afectados). ¿Por qué?. Además, y para más "inri", nos tenemos que enterar por periódicos como éste de que la mayoría de las instalaciones de telefonía móvil sobre nuestras cabezas carece de licencia de instalación. ¡Esto es increíble!.

portoles@inicia.es

FUENTE: Publicado en el periódico Levante-El Mercantil Valenciano, sección "En Domingo", páginas 4 y 5, del 18 de marzo de 2001 (Con autorización del autor)

Página Principal | Índice | Novedades | Atentados Ecológicos | La Página del Socio | ¿La Ley es igual para todos? |

Sujetos relacionados con perjuicios al Medio Ambiente | Buzón del Colaborador |

Peces Continentales, Anfibios y Reptiles Valencianos | Legislación Valenciana | Legislación Medioambiental

www.mediterranea.org/cae