LLIRIA

"COTO DEL CATALÁ"

ESTUDIO DE LAS CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS Y AMBIENTALES DEL COTO DEL CATALÁ

Enrique Murgui Pérez 
Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia


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Si ahora comparáramos las fotografías 2.9 y 2.10, correspondientes al Coto del Català, con las anteriores, cualquier observador debería concluir  honestamente  que no existen diferencias acusadas entre ellas. Por supuesto, tras un estudio minucioso de estas zonas, no se descarta que existan diferencias en sus comunidades vegetales o animales. Pero esos estudios, a tenor del PGOU y del Estudio de Impacto Ambiental del Coto del Català, como luego veremos, no existen. Lo más aproximado a ese ideal es lo que se ha presentado en la primera parte de este trabajo y todo apunta a que el Coto del Català posee un valor biológico notable.

La pregunta es, pues, muy simple. ¿Qué razones, de índole biológica o ambiental, justifican que el Ayuntamiento de Lliria, ante la alegación de una mercantil, cambie la clasificación del suelo a una zona a la que previamente el PGOU había clasificado como de suelo no urbanizable protegido? Solo cabe una posibilidad: que el PGOU contuviera información y valoraciones erróneas, y su clasificación del Coto del Català era equivocada (posibilidad que nos llevaría a consideraciones poco halagüeñas para los redactores del PGOU). Esta supuesta equivocación es, sin embargo, improbable porque i) El PGOU establecía claramente el valor biológico de los montes-islas como el Coto del Català;

 ii) Sus características no difieren de las otras zonas clasificadas como suelo no urbanizable protegido;

 iii)  La propuesta de ordenación  presentada por “Roturaciones y Cultivos S.A.” afirma en su punto 3.B. que se trata de un espacio forestal degradado (argumento muy discutible que aparecerá, como veremos, una y otra vez en el EIA). Sin embargo, como hemos visto unos párrafos antes, el PGOU establecía en su apartado de Vegetación y flora el valor biológico de zonas como el Coto del Català “a pesar de su aspecto”.

En suma, el Ayuntamiento de Lliria al aceptar la propuesta de ordenación presentada por “Roturaciones y Cultivos S.A.” y al cambiar la calificación del suelo de no urbanizable a urbanizable, actúa no sólo en contra de los valores ambientales que el Coto del Català posee sino, de forma consciente y deliberada, incluso del propio PGOU que previamente había elaborado. Las razones que justifican este cambio, exceden las posibilidades de análisis de este estudio.

 

3. VALORACION DEL ESTUDIO DE IMPACTO AMBIENTAL

En los párrafos siguientes nos dedicaremos a comentar diversos aspectos del Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental (en adelante EIA) cuyo objeto es la Revisión del plan General de Ordenación Urbana de Lliria, o Revisión, en el ámbito del sector denominado “LLIRIA GOLF COTO DEL CATALÀ” del suelo urbanizable.

Este EIA ha sido presentado en dos ocasiones, una versión inicial elaborada por D. José Vicente Aragó Domingo y otra versión posterior (con fecha de registro de entrada en el ayuntamiento de Lliria de 20 de Febrero de 2003) elaborada por el equipo redactor constituido por D. Miguel José Durá Navarro, Jose Antonio Ferrer Pérez, D. Alfonso Juan Nieto Ranero y por D. Ignasi Orts Soler.  Esta última versión no introducía cambios significativos con respecto a la primera, aunque si desarrollaba en mayor medida alguna argumentación o aportaba más información. Nuestras apreciaciones se referirán pues a esta versión. Ambas versiones incluían un “ANEXO 1” denominado “Informe emitido por licenciado en Biología relativo a la flora y fauna existente en las colinas de el Escaló (partida de El Vedat de Catalá)” firmado por D. José Vera Chafer al cual también nos referiremos.

3.1. VEGETACIÓN Y FLORA

La caracterización de la vegetación de la zona es establecida en el EIA de acuerdo con dos planteamientos:

·        Una valoración general que incluye una descripción general de la masa forestal y de los cultivos.

·        Una valoración específica realizada por un biólogo incluida en un documento anexo.

 

A partir de estos datos las conclusiones que establece el EIA son, básicamente, que la vegetación del Coto del Català se halla en un estado tardío de degradación y que carece de valor. Veamos como se justifican estas afirmaciones.

Según el informe, se trata de una formación en “un tardío estado de degradación” (apartado 3.7.1, pp. 15) o “el coscojar existente es una etapa de degradación del carrascal” (apartado 5.2.1. pp. 37) o “la vegetación potencial del área esta muy degradada cuando no ha desaparecido en su totalidad” (apartado 3.10. pp.18).

Con relación a estas afirmaciones es necesario señalar que, en términos fitosociológicos, una formación degradada es, meramente, una que se halla a cierta distancia de la formación climatófila que se considera potencial en el área de estudio. El cambio en las características fitosociológicas de la vegetación es un proceso dinámico y las etapas de sustitución son potencialmente reversibles.

Si, como reconoce el EIA, la vegetación potencial en la zona dejó de existir en tiempos históricos, nada impide pensar que, al contrario de lo que se afirma en el EIA, nos hallamos en las fases iniciales de un proceso de recomposición de la vegetación potencial climatófila y no en las etapas finales de su sustitución. Por otro lado, las fotografías aéreas que hemos mostrado (Apartado 1.1. de nuestro estudio) no muestran un cambio apreciable durante los últimos 50 años sino, hasta donde puede afirmarse mediante la contemplación de las fotografías, una apreciable estabilidad.

De estarse produciendo una recomposición de la comunidad vegetal hacía etapas más maduras, este proceso podría verse facilitado por una gestión adecuada. Gestión que, evidentemente, no pasa por la ubicación de un campo de golf y la consiguiente eliminación de la mayor parte de la masa arbórea y de matorral.

Señalar, pues, que la vegetación está degradada no es más que una descripción, que podría ser o no correcta, de la vegetación de la zona. Otra cosa bien diferente, es la utilización del término degradación sin especificar su contexto adecuado de aplicación. A menudo esto se realiza en el EIA, tal vez con la intención de infundir en el lector la idea de que el espacio carece de valor. Esta intención queda patente cuando los autores señalan que  como se ha dicho, el grado de conservación de este espacio es muy bajo” (apartado 3.7.1. pp 15. La cursiva es nuestra). Previamente, sin embargo, no se había mencionado el grado de conservación sino únicamente su característica de formación vegetal degradada. Ambos términos no son sinónimos como los autores del EIA,  intencionadamente, parecen creer. En la misma línea, señalan que “la tendencia actual de la zona no es la mejora de la situación sino, por el contrario, a acelerar el proceso de degradación debido a la presión antrópica” (apartado 5.2.1. pp. 38).  Nuevamente, los autores confunden los términos y además incluyen otros de dudosa validez. Por ejemplo, ¿a que se refieren los autores cuando hablan de una tendencia? Si hablamos en términos estadísticos ¿qué variables, determinan esa tendencia? ¿cómo se han medido?, ¿desde cuando? Esto no queda reflejado en el texto, por lo cual mucho nos tememos que nos hallamos ante un caso más de utilización impropia del lenguaje con el fin de dotar al EIA de una apariencia de solvencia técnica de la que, en realidad, carece.

Aclarado este punto, veamos que razones aduce el EIA para justificar ese supuesto bajo grado de conservación. Estas razones parecen atender a dos criterios:

1. Características de la masa arbórea

El EIA señala “el escaso porte del arbolado observado” (apartado 3.7.1. pp 15) y que “los arboles crezcan torcidos, dominados y puntisecos” esto último resultado de una densa masa arbórea cuya “fracción de caída cubierta de la masa boscosa oscila entre el 50 y el 80 %” (apartado 3.7.2. pp 16) y remata diciendo que “La especie dominante es el pino carrasco (Pinus halepensis) la cual no se caracteriza por tener alto valor ecológico” (apartado 5.2.1. pp. 38).

En primer lugar, debe de señalarse que no se describe de que modo se ha calculado la altura y diámetro del arbolado (número de ejemplares medidos, selección de los ejemplares a medir) ni se dan valores estadísticos elementales (media y error estándar). Por otro lado, desde un punto de vista ecológico, un porcentaje de  cobertura arborea de la magnitud que cita el EIA difícilmente puede asimilarse a un grado de conservación muy bajo, y no se acaba de ver que problema existe en que el arbolado sea de escaso porte y los ejemplares aparezcan torcidos. Otro asunto diferente es que el aspecto de la masa forestal no sea del agrado de un Ingeniero de Montes. Sin embargo, no estamos valorando su aprovechamiento forestal sino su estado de conservación, es decir su valor ecológico.

Finalmente, resulta asombrosa la afirmación de que  el Pino Carrasco no tenga un alto valor ecológico y el EIA no da ninguna razón que la justifique. Habría que decir que el mayor o menor valor de una formación vegetal o un hábitat se establece según el contexto y según a qué lo comparamos. El Pino Carrasco comparado con la vegetación predominante en un campo de golf, tiene un valor elevadísimo. Dentro del contexto municipal, como hemos demostrado previamente y como el propio PGOU señalaba, formaciones arbóreas de Pino Carrasco como la que nos ocupa tienen un valor muy elevado en el contexto municipal.

2.    Características de la comunidad vegetal.

La comunidad vegetal es descrita dos veces: aparece un listado incompleto, aunque suficientemente indicativo, de especies (apartado 3.7.2. pp 16) y se realiza una descripción más pormenorizada en el Anexo 1.

Ambas aproximaciones carecen de la más elemental valoración de sus propios resultados y no aparecen estadísticas sobre el grado de conservación de las especies presentes en la zona en ningún nivel territorial: local, comarcal, provincial, autonómico, nacional o internacional. En el Anexo 1 se aprecia una cierta incongruencia ya que, aparentemente, el informe se refiere a las colinas del Escaló. No entendemos porque el informe se limita, si lo hace, a esta parte del Coto del Català cuando el EIA se refiere a toda la partida.

Se puede apreciar, asimismo, alguna disparidad entre ambas aproximaciones (¿consecuencia, quizá, de las diferentes áreas de estudio?). De este modo, se afirma que algunos endemismos valencianos se hallan presentes en el área estudiada (apartado 3.7.2. pp 17).  Esta afirmación contradice la del estudio de flora y Fauna en el Anexo 1 donde se dice que “no se ha podido constatar la presencia de especies vegetales que requieran especiales medidas de protección específica”. Es necesario señalar que dos de los endemismos citados en el EIA, Anthyllis onobrycoides y Anthirrinum valentina no aparecen citadas en la UTM YJ19 en el trabajo de Serra et al.(2000). Los autores del EIA deberían pues, si no lo han hecho ya, comunicar este hallazgo a la Conselleria de Medio Ambient.

Tomando estas consideraciones en conjunto, ¿cabe calificar un área que, como el EIA señala, contiene endemismos vegetales y un buen número de especies pertenecientes al matorral mediterráneo como de muy bajo valor de conservación?. En nuestra opinión, difícilmente. Mucho menos cuando de una descripción y valoración de la flora y la vegetación, algo más detallada como la que hemos realizado previamente (Apartado 1.2. de nuestro informe) se desprende que, por el contrario, nos hallamos ante una comunidad diversificada y muy probablemente en etapas intermedias de la sucesión, cuando, a menudo, se registran valores de biodiversidad más altos. Por otro lado, es en zonas de estas características donde gran parte de los taxones más raros o endémicos prosperan.

3.2. FAUNA

Como en el caso de la vegetación, la caracterización de la fauna de la zona es establecida en el EIA en dos apartados diferentes:

·        Una valoración general que incluye una descripción de la fauna por hábitats.

·        Una valoración específica realizada por un biólogo incluida en un documento anexo.

También como en el caso de la vegetación, los autores del EIA, a la vista de los resultados obtenidos, concluyen que la fauna de la zona carece de valor y en modo alguno resulta un obstáculo para su proyecto. Estas conclusiones son injustificables ya que parten de un conjunto de datos y de una interpretación de los mismos que revela poca, si alguna, solvencia técnica. Pasamos a demostrarlo.

3.2.1. Valoración general de la fauna.

Aparece en el apartado 3.8. Fauna (pp. 17-18) en donde se citan algunas especies propias de “tres subambientes en los que apreciar asociaciones (de fauna) características” estas asociaciones son el naranjal, la huerta y el matorral. Esta división es, de entrada, insuficiente ya que obvia otros dos hábitats notables y evidentes: pinar y cultivo de secano. 

Para cada uno de estos tres subambientes se citan, sin ton ni son, unas cuantas especies. Además, mal citadas desde el punto de vista científico, precaución elemental que se debería exigir en un informe técnico (por ejemplo, “la curruca” ¿cuál de las 8 especies que se pueden presentar en la zona?).

¿Son estas especies citadas las que se han observado?. No. Son, según los autores “las especies que deben encontrarse en los subambientes” (la cursiva es nuestra). Es decir que no se ha prospectado la zona para obtener esas especies y ni siquiera se ha consultado bibliografía para obtener un listado aproximado.

Dado lo rudimentario de la información ofrecida resulta evidente su poco valor en un EIA medianamente aceptable, así que no vamos a dedicar más tiempo a este apartado.

3.2.2. Informe anexo sobre la fauna emitido por un biólogo

Con el fin, imaginamos, de dotar de cierta respetabilidad técnica al EIA, se encarga un biólogo este informe. Si este era el objetivo apenas se consigue, ya que, como sucedía con la vegetación, presenta graves carencias. Estas carencias afectan a:

·        La indefinición del área de estudio

·        La metodología empleada.

·        Los resultados obtenidos.

·        La valoración de los resultados.

Pasamos a comentarlas separadamente. 

3.2.2.1 Indefinición del área de estudio

Aparentemente el informe se refiere a las colinas del Escaló. No entendemos porque el informe se limita, si lo hace, a esta parte del Coto del Català cuando el EIA se refiere a toda la partida.

3.2.2.2. Metodología empleada

El autor basa su informe en “visita de campo directa”. Esto es complementado “de forma indirecta” con una relación de fauna “potencial”. A esto apenas puede llamarsele metodología de estudio ya que ni siquiera se menciona el número de visitas, cuando se realizaron (invernada, época reproductora, pasos migratorios) o el protocolo que se siguió. Como fácilmente puede suponerse, esta información es relevante a la hora de enjuiciar los resultados obtenidos. Tampoco se intenta complementar la información obtenida con bibliografía o, al menos, esta no es mencionada.

3.2.2.3. Resultados obtenidos.

Varios rasgos son reseñables.

·        El grupo de los invertebrados se despacha sin una sola línea.

·        De las especies de vertebrados citadas no se señala que especies son potenciales y qué otras fueron efectivamente observadas.

·        No se caracteriza, ni siquiera de forma rudimentaria, la abundancia de las especies.

Con relación a la avifauna que, por sus características y fechas de muestreo, es el grupo zoológico del cual tenemos un mayor conocimiento, aparecen notables deficiencias:

a) No señala especies muy abundantes como la Curruca Cabecinegra Sylvia melanocephala.

b) Señala la presencia de especies que tan sólo durante los pasos migratorios podrían ser observadas, como el Aguilucho Cenizo Circus pygargus, y que, en modo alguno, pueden considerase como propias de la zona. Otro tanto podría decirse de especies como el Aguila Perdicera Hieraaetus fasciatus o el Halcón Peregrino Falco peregrinus, especies que tan sólo utilizarán esta zona ocasionalmente. 

c) Faltan un buen número de especies comunes en la zona como el Petirrojo Erithacus rubecula, el Agateador Común Certhia brachydactyla o el Mosquitero Común Phylloscopus collybita, por citar algunas.

Como resultado, en el listado del estudio anexo al EIA aparecen 34 especies de aves más o menos potenciales. Decimos más o menos porque no se indica cuales son potenciales y cuales fueron observadas. Aún suponiendo que todas estas especies fueron observadas, este número es claramente inferior a las 66 especies que nosotros hemos detectado. Este resultado es doblemente grave, porque no solo es indicativo de una escasa destreza en la identificación de aves en el terreno, sino de la poca solvencia técnica a la hora de valorar la supuesta potencialidad de aves en la zona: cualquier observador de aves medianamente experimentado podría citar al menos 20 especies de aves más de las que el autor cita, como de probable presencia en la zona.

3.2.2.4. Valoración de los resultados

No existe valoración que merezca tal nombre. El informe, incurre, por el contrario, en dos afirmaciones de dudosa validez científica.

a)      “La existencia en la zona de actividad humana (cultivos de secano, nuevos regadíos, carreteras, caminos etc.) ha contribuido a la disminución progresiva de la riqueza de especies.”

Esta afirmación es un prodigio de inexactitud y de extrapolación injustificables. A que especies se refiere (¿las de invertebrados, de anfibios, de reptiles, de aves, de mamíferos, a todas?). El autor parece ignorar que, precisamente, la adición de cultivos de secano y de regadíos, e incluso el despeje moderado de algunas zonas forestales, suele contribuir a un incremento de la riqueza de especies en el paisaje, al aumentar el número de hábitats. Otra cosa es que las comunidades de  especies forestales puedan resentirse.

Lo de la disminución progresiva de especies ya es el colmo, a no ser que el autor posea un registro temporal de la variación en el número de especies a lo largo de los últimos cuarenta años.

b)      “Por su configuración y topografía, la zona más relevante para la cría y refugio de las diferentes especies se corresponde con las colinas con estrato arbóreo”

Nuevamente, ¿para que especies?, ¿para todas, como parece sugerir los términos “las diferentes”?. Si es así, esto es notoriamente inexacto porque  alguna de las especies  que el autor cita no crían, y raramente se refugiarán, en las colinas arboladas.

 

3.3. PAISAJE Y CALIDAD AMBIENTAL

El EIA trata estos aspectos en dos apartados, 3.10. Paisaje, y 3.16. Unidades ambientales. Nos referiremos por separado a ellos.

3.3.1. Paisaje

Esta apartado se despacha en el EIA con una serie de consideraciones teórica sobre el paisaje. Consideraciones que, a tenor de la bibliografía citada, perteneciente a 1973 y 1978, aparentemente ignoran las nuevas tendencias de investigación relacionadas con la Ecología del paisaje y disciplinas asociadas (por ejemplo, Forman & Godron, 1986 o Gergel & Turner, 2002). Consecuencia de ello es que los autores obvian cualquier intento de medición de las variables paisajísticas y optan, por tanto, por una valoración cualitativa y subjetiva. Valoración que ni siquiera parece atender a otra metodología que la opinión de los redactores. El resultado de su proceso de “recorridos de campo, fotointerpretación y análisis de la cartografía básica”  es delimitar lo que denominan dos “unidades de paisaje”: una cultivos y la otra pinares y matorral.

No es un resultado lo que se dice muy elaborado, y sin mucha dificultad podrían establecerse otras subdivisiones. No obstante, dado que sus resultados se basan en una valoración tan elemental, no resulta  muy útil detenerse más en este punto.

3.3.2. Delimitación de unidades ambientales y valoración de la calidad ambiental para la conservación

La delimitación de las unidades ambientales es efectuada en el EIA mediante dos procedimientos

a)      Delimitación de unidades según el Mapa Geocientífico de la provincia de Valencia.

b)      Delimitación de unidades de capacidad y vulnerabilidad según el procedimiento utilizado en el PGOU de Lliria.

No vamos a prestar demasiada atención a este último procedimiento ya que, desconocemos en detalle la metodología empleada. No obstante, parece poco adecuado, desde un punto de vista ambiental, considerar que en un área de poco más de 1 Km2 con la mayor parte de la superficie ocupada por una masa boscosa es posible delimitar subunidades con diferente aptitud para la acción urbanizadora. Esto parte del supuesto de que dichas subunidades se comportan de forma independiente unas de otras, lo cual es incierto. De hecho, es bastante probable que la acción urbanizadora sobre unidades que, teóricamente, lo permiten acabe afectando al resto de subunidades más vulnerables. 

Vamos a prestar más atención a la utilización en el EIA del Mapa Geocientífico de la provincia de Valencia, principalmente porque es a partir de este como se valora la Calidad Ambiental para la Conservación de la zona. 

3.3.2.1. Delimitación de unidades según el mapa geocientífico de la provincia de Valencia y valoración de la calidad ambiental para la conservación.

En los apartados 3.16.1 y 3.17 el EIA utiliza con profusión el Mapa Geocientífico de la Provincia de Valencia (Diputación de Valencia, 1986) a la hora de establecer una caracterización ambiental del Coto del Català.

La utilización de esta obra de una forma acrítica, como a menudo se realiza en el EIA, presenta algunos inconvenientes y da lugar a unas conclusiones ciertamente arriesgadas. Para demostrar esto quizá sea pertinente establecer, previamente, algunas de las carencias que el Mapa Geocientífico presenta a la hora de ser utilizado como obra de referencia. A nuestro entender, las más significativas son cuatro:

a)      El desfase cronológico de la información.

El Mapa Geocientífico, se publica en 1986, es decir la información posee al menos 15 años de antigüedad. Si bien es cierto, que este es un periodo muy breve como para afectar a variables geológicas y en menor medida, edafológicas o del paisaje, tanto la vegetación como, especialmente, la fauna pueden presentar notables diferencias con respecto a 1986 y estos cambios podrían dar lugar en la actualidad a valoraciones diferentes.  

b)      La metodología de obtención de datos

En el Mapa Geocientífico para las variables geológicas, edafológicas o hidrogeológicas se utilizó cartografía previa, pero para el resto de variables no se cita ninguna fuente de información. Debemos, pues, suponer que se recorrieron exhaustivamente todas las unidades definidas, lo cual es, probablemente, mucha suposición. Aunque así fuera, no se explicita ningún tipo de metodología de recogida de datos sobre el terreno. Con estas premisas, a las que debemos añadir el hecho de que no aparezca ningún zoólogo entre los autores, no resulta fácil depositar mucha confianza en los datos de partida, sobre todo por lo que a la fauna y vegetación se refiere.

c)      La metodología de valoración de los datos

Las puntuaciones que se asignan a las diferentes variables ambientales descansan en muchas ocasiones en criterios cualitativos. De este modo, resultan de utilidad muy limitada. Por ejemplo, con relación a la fauna, establecer una puntuación “1” en “Zonas de gran influencia antrópica o de estructura pobre (urbanizaciones, huerta no arbolada, secanos” implica un grado de subjetividad considerable (un cultivo de secano ¿tiene una estructura pobre?, ¿que quiere decir una estructura pobre?). La definición de algunos de estos términos que aparece al final de la Memoria adolece de notables imprecisiones.  Una buena valoración, en cambio, emergería de considerar valores cuantificables de población, amplitud de distribución, tendencia demográfica etc. Esta información era inexistente en 1986, y aún hoy es muy escasa, para la inmensa mayoría de taxones y en ningún momento el Mapa Geocientífico trata de obtenerla (tarea, hemos de reconocer, hercúlea sobre todo considerando el rango territorial de la obra) . No es extraño, por tanto, que se descansará en valoraciones subjetivas. Sin embargo, del hecho de que no se pudiera hacer mucho mejor, no se sigue, como parece asumir de forma automática el EIA, que el resultado sea aceptable.

d)      La escala espacial de trabajo

El Mapa Geocientífico se concibe como una obra de carácter general que, por su resolución, en modo alguno puede suplir el estudio detallado de las zonas afectadas por proyectos como el que nos ocupa. Las “unidades morfodinámicas” que dicho mapa utiliza, si bien útiles como descriptores generales de las condiciones geomorfologicas y edafológicas del territorio, enmascaran la infinita variación del paisaje superpuesta a estas. Esto resulta particularmente cierto con respecto a la vegetación, y más aún a la fauna. De otro modo, ¿cabe pensar que, tal y como muestra el Mapa de Calidad para la Conservación, aproximadamente un 25 % de la provincia de Valencia carezca de ningún valor para la conservación?. Evidentemente no. Meramente indica una tendencia (un valor medio, por así decirlo) para grandes superficies en el cual es perfectamente posible la existencia de valores superiores en zonas concretas.

Pese a estas obvias limitaciones, el EIA asume que el valor de calidad ambiental del Coto del Catalá es equivalente al de las dos unidades morfodinamicas que lo contienen, la S-10 “Abanico aluvial de Casinos Marines” y la C-1 “Calizas de Benissanó”, es decir que carece de valor.  Esta aproximación es equivalente a afirmar que, por ejemplo, la densidad de población en Lliria es equivalente a la del Camp del Turia, afirmación notoriamente falsa. El EIA obvia otra aproximación totalmente plausible: analizar el Coto del Català exclusivamente y utilizar para ello los mismos criterios que se utilizan en el Mapa Geocientífico. Es lo que vamos a realizar a continuación.

3.3.2.2. Valoración de la Calidad para la Conservación del Coto del Catalá.

La metodología que utiliza el Mapa Geocientífico queda detallada en la Memoria de este. Consta Basicamente de 3 pasos.

a) Asignación de puntuación  a las categorías

El Mapa Geocientífico establece para cada unidad morfodinámica, 5 elementos del medio natural: vegetación, fauna, geología, protección de acuíferos y paisaje. A cada uno de estos elementos les otorga una puntuación de calidad de acuerdo con unos criterios. Esta puntuación es directa, con la excepción del paisaje donde se valora no sólo la calidad, sino también la fragilidad a través de unos índices. Esta asignación queda establecida en la Tabla 3.1. Como vemos, falta una valoración de la calidad total del paisaje, que es lo que realizaremos en el paso siguiente.

Tabla 3.1. Valoración de los elementos en el Coto del Català.  

Elemento

Valoración

 

Calidad

Fragilidad

1. Vegetación

Unidades mixtas en las que predominan las etapas seriales, con pastizales, entremezcladas con cultivos y aprovechamientos de secano.

3

-

2. Fauna

Zonas de menor influencia antrópica o de buena estructura o zonas naturales muy degradadas (riberas con huertos, naranjales, pastizales, matojares y eriales)

2

-

3. Geología

Unidades con interés científico y didáctico, con buenas condiciones de accesibilidad y observación, pero que no contienen rasgos especialmente notables.

3

-

4.Protecciónde acuíferos

Unidades muy vulnerables por porosidad (...).

4

-

5. Paisaje

 

 

 

5.1. Relieve

Relieves alomados, laderas suaves.

2

4

5.2. Desnivel

De 150 a 300 metros.

4

4

5.3. Vegetación

Marjales, dunas, monte de repoblación joven.

4

3

5.4. Masas de agua

Unidad sin agua.

1

1

5.5. Actuaciones

Zona rural con pueblos y edificaciones dispersas y urbanizaciones de baja densidad integradas.

4

4

5.6. Accesibilidad

Unidades adyacentes a carreteras locales.

-

2

5.7. Incidencia visual

Relieve positivo (convexo).

-

5

b) Obtención de la calidad total del paisaje (Cp).

 
 

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